Idealizo mi vida como una
pirámide de bloques, la cual crece y crece día a día, cada vez más alta y más
fuerte aunque a la vez tan frágil como un cristal. Todos los bloques que la
contienen tienen su peculiar importancia. La base, su sostén, debe estar lo más
solida posible para que la pirámide crezca y crezca con menor riesgo a caerse y
día a día, los bloques que se agregan deben estar perfectamente balanceados
para que la misma no se caiga a pedazos.
Últimamente mi pirámide crecía alta y enérgica, pero como bien mencione
antes, la vida es frágil como un cristal por lo que cualquier imprevisible
viento puede derrumbarla.
Ahora, siento
que mi base se está debilitando y que en cualquier momento puede caerse todo y
no quedar nada, tengo miedo y aunque pase lo que pase voy a seguir
teniendo algunos ladrillos no es nada fácil volver a construir todo desde el
principio, a eso es a lo que más temo. Por ahora los
vientos son calmos pero fluyen de mí los mas horribles presentimientos y aunque
quiere prepararme contra lo que viene, no siempre se puede luchar contra la
corriente.